Luego de la guerra, Otto Frank regresó a Ámsterdam y fue informado del fallecimiento de su esposa y del traslado de sus hijas a Bergen-Belsen, quedando con la esperanza de que lograran sobrevivir. En julio de 1945, la Cruz Roja confirmó las muertes de Ana y Margot. Fue entonces, cuando Miep Gies le dió el Diario. Tras leerlo, Otto comentó no haberse dado cuenta de cómo Ana había mantenido un registro tan exacto y bien escrito de su estadía juntos. Tratando de cumplir el deseo de Ana expresado en el Diario de convertirse en escritora, decidió intentar publicarlo.
El Diario de Ana se inicia como una
expresión privada de sus pensamientos íntimos, expresando la intención de nunca
permitir que otros lo leyeran. Describe su vida, su familia y compañeros y su
situación, mientras empieza a reconocer su ambición de escribir novelas y
publicarlas. En el verano de 1944, escuchó una transmisión de radio de Gerrit
Bolkestein— miembro del gobierno holandés en el exilio— que decía que al
terminar la guerra crearía un registro público de la opresión sufrida por la
población de su país bajo la ocupación alemana. Mencionó la publicación de
cartas y diarios, de manera que Ana decidió que contribuiría con su diario.
Comenzó a corregir su escritura, a eliminar secciones y a reescribir otras, en
vistas a una posible publicación. Otto Frank utilizó la versión original del
Diario, conocida como "versión A", y la versión corregida, conocida
como "versión B", para producir la primera versión para ser
publicada. Retiró algunos pasajes, sobre todo aquellos en los que se refería a
su esposa en términos poco halagadores, así como secciones en las que hablaba
de detalles íntimos respecto a su floreciente sexualidad.
Frank llevó el diario a la historiadora
Anne Romein, quien intentó publicarlo, sin éxito. Luego se lo pasó a su esposo
Jan Romein, quien escribió un artículo sobre el libro con el título de
Kinderstem ("La voz de una niña") en el periódico Het Parool el 3 de
abril de 1946. Escribió que el diario "pausadamente expresado en la voz de
una niña, muestra todos los odios del fascismo, mejor que todas las evidencias
de los juicios de Núremberg juntas". Su artículo atrajo la atención de los
editores y el Diario fue publicado en Holanda en 1947 por el editor Contact, de
Ámsterdam, bajo el título "Het Achterhuis" (La casa de atrás). Fue
reimpreso en 1950. En abril de 1955 aparece la primera traducción del diario en
español bajo el título "Las habitaciones de atrás".
Albert Hackett escribió una pieza de teatro
basada en el Diario, estrenada en Nueva York en 1955, que recibió el Premio
Pulitzer de Teatro. La pieza fue llevada al cine en 1959 con el título El
diario de Ana Frank. La película obtuvo una buena acogida y se hizo acreedora
de otros dos Óscar. El Diario fue creciendo en popularidad con el pasar de los
años, y hoy el es lectura obligatoria en bachillerato de varios países y en
varios estados de los Estados Unidos. En febrero de 2008 se estrenó en Madrid
el musical El Diario de Ana Frank.
En 1986, se publicó una edición crítica del
Diario. Esta edición compara secciones originales con secciones modificadas por
el padre, e incluye una discusión relativa a su autenticidad así como datos
históricos sobre su familia.
En 1988, Cornelis Suijk — antiguo director
de la Fundación Ana Frank y presidente de la Fundación para la educación sobre
el Holocausto de los Estados Unidos — anunció que había obtenido cinco páginas que
habían sido eliminadas por Otto Frank del Diario antes de su publicación. Suijk
afirma que Otto Frank le entregó esas páginas poco antes de su muerte en 1980.
Las páginas eliminadas contienen comentarios muy críticos de Ana Frank hacia la
relación matrimonial de sus padres y hacia su madre. En 2000 el Ministerio
Holandés de Educación, Cultura y Ciencia accedió a donar 300.000 dólares a la
fundación de Suijk y las páginas fueron entregadas en 2001. Desde entonces, han
sido incluidas en las nuevas ediciones del Diario.
En 2004, se publicó un nuevo libro en
Holanda, titulado Mooie zinnen-boek ("Libro de las bellas citas"),
que contenía fragmentos de libros y poemas cortos que Ana recopiló, por consejo
de su padre, durante su permanencia en la Achterhuis.
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